domingo, 18 de noviembre de 2018

CRÍTICA: ENTRE DOS AGUAS de Isaki Lacuesta

Entre dos aguas, España, 2018.

Entre dos aguas, la película de Isaki Lacuesta, se llevó el Astor de Oro a Mejor Película en la 33 edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. 





     Isra y Cheíto (los hermanos Israel y Francisco José Gómez Romero) debutaron en el cine, con trece y catorce años respectivamente, en La leyenda del tiempo (2006), el segundo largometraje del catalán Isaki Lacuesta.

     Doce años después, en Entre dos aguas, una ficción, como la anterior, construida a partir de elementos documentales, el director retoma la historia de estos personajes y da cuenta del paso del tiempo (en sus vidas, y en el cine) como lo hiciera Truffaut con su Antoine Doinel o Linklater en Boyhood.

     En este nuevo acercamiento, ambos hermanos, ya adultos, se reencuentran en la comunidad de pescadores de San Fernando, en Cádiz, con sus diferencias más acentuadas. Mientras que el mayor, Cheíto, ha encontrado la estabilidad trabajando en la cocina de un barco de la Armada Española y sueña con tener en el futuro su propia panadería, el más chico, Isra, ha pasado tres años en la cárcel, por narcotráfico y otros delitos, y no conoce otro oficio que el de juntar mariscos en la playa, y vivir al día, en el más estricto presente (su máxima: la vida son sólo tres días; los dos primeros son para disfrutarlos, y en el tercero se muere o, si hay suerte, también se lo disfruta).

     El juego de opuestos va pautando la película. Ambos personajes, como un todo dividido por mitades, se distancian en su modo de vivir pero nunca en el afecto.
Cheíto querrá que su hermano se gane el pan dentro de la legalidad pero Isra, condicionado por el medio, y por su pasado (su mujer, por ejemplo, no le permite volver a casa ni convivir con sus hijas), no pone el suficiente empeño para lograrlo.

     Sin embargo, Isra no tardará en descubrir que la vida no se compone sólo de presente, ni de la fugacidad de aquellos deseos que, insatisfechos, parecen corroerle el alma. Una tarde, jugando con sus hijas pequeñas (a dejar las marcas de sus respectivas alturas en el tronco de un árbol, con la idea de ver a las mismas superadas en los años venideros), Isra comprende, por fin, el tenor de las responsabilidades adquiridas; aquellas que exceden el marco de su pobre existencia, y que crean un compromiso con el futuro, y con la vida.



33º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA



 Jean Pierre Leaud, presentación de La maman et la putain, Teatro Colón.









 Presentación de Julia y el zorro de Inés María Barrionuevo.

 Pierre Richard en teatro Auditorium



 Abbas Fahdel, presentación de Yara, teatro Auditorium.

Iván Fund, presentación de Vendrán lluvias suaves, teatro Auditorium.

jueves, 25 de octubre de 2018