lunes, 29 de noviembre de 2021

CRÍTICA: HIT THE ROAD de Panah Panahi

 

HIT THE ROAD, la ópera prima del director iraní Panah Panahi, ganó el premio Astor Piazzola al Mejor Largometraje en la Competencia Internacional del 36º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA.



Duración: 93 min. - País: Irán - Idioma: Farsi - Año: 2021

 

     Una road movie.

     Cuatro personas viajan en una camioneta por una ruta de Irán a través de una región montañosa. En el asiento trasero va el padre (Hassan Madjooni), un hombre corpulento y barbado que tiene una pierna enyesada, junto al hijo pequeño (Rayan Sarlak), un niño de unos seis años que no para de hacer preguntas, comentarios y reproches.

     En la parte delantera del vehículo va la madre (Pantea Panahiha) acompañando al mayor de los hijos, Farid (Amin Simiar), un joven de unos treinta años, de aspecto taciturno, que luce contrariado, y que está a cargo del volante. Un quinto personaje completa la comitiva, es un viejo perro enfermo que hace poco la familia ha rescatado de la calle.

     En apariencia se está ante las alternativas de un viaje familiar y, por un buen rato, mientras transcurren escenas divertidas, aunque hay otras que encienden señales de alarma, no se conocerán los motivos reales de este derrotero. En ese sentido el espectador se parece al niño, a quien se le retacea la información, o se la entregan con cuentagotas, mientras la camioneta viaja por la ruta en medio de la aridez del paisaje.

     Con una puesta en escena precisa, esta ópera prima de Panah Panahi se mueve con comodidad entre lo poético y la política. En el primer caso, el novel director sigue en la huella de Kiarostami, en su cadencia, en sus sinuosos recorridos ruteros, en el encuentro con personajes, casuales o no, que van alimentando el relato. En referencia a la política, Panah sigue en la senda de su padre Jafar, cineasta iraní, perseguido, confinado y prohibido por el régimen teocrático de su país, que se las ha arreglado para que sus películas transiten con libertad por el mundo. Algo parecido a lo que, según se irá descubriendo después, deberá hacer Farid, que tendrá que cruzar clandestinamente la frontera, separarse de su familia, y marchar al exilio para escapar de la justicia del régimen.

     La magnífica escena del padre y su pequeño hijo tirados en la hierba una vez que Farid se ha ido sin despedirse, que va de lo terrenal a lo cósmico, tiene su punto de contacto con una charla previa donde se había mencionado la película “2001: odisea del espacio”.

     En la conmovedora escena final, la familia regresa por la ruta, parecen felices, o resignados, ríen por no llorar, van escuchando y cantando viejas canciones pre revolucionarias. Esas canciones que, seguramente, hace tiempo han dejado de sonar en los medios de comunicación de su país.

 


36º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA







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