HIT THE ROAD, la ópera prima del director iraní Panah Panahi, ganó el premio Astor Piazzola al Mejor Largometraje en la Competencia Internacional del 36º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA.
Duración: 93 min. - País: Irán - Idioma: Farsi - Año: 2021
Una road movie.
Cuatro personas viajan en una camioneta por
una ruta de Irán a través de una región montañosa. En el asiento trasero va el
padre (Hassan Madjooni), un hombre corpulento y barbado que tiene una pierna
enyesada, junto al hijo pequeño (Rayan Sarlak), un niño de unos seis años que no
para de hacer preguntas, comentarios y reproches.
En la parte delantera del vehículo va la
madre (Pantea Panahiha) acompañando al mayor de los hijos, Farid (Amin Simiar),
un joven de unos treinta años, de aspecto taciturno, que luce contrariado, y que
está a cargo del volante. Un quinto personaje completa la comitiva, es un viejo
perro enfermo que hace poco la familia ha rescatado de la calle.
En apariencia se está ante las
alternativas de un viaje familiar y, por un buen rato, mientras transcurren
escenas divertidas, aunque hay otras que encienden señales de alarma, no se
conocerán los motivos reales de este derrotero. En ese sentido el espectador se
parece al niño, a quien se le retacea la información, o se la entregan con
cuentagotas, mientras la camioneta viaja por la ruta en medio de la aridez del
paisaje.
Con una puesta en escena precisa, esta
ópera prima de Panah Panahi se mueve con comodidad entre lo poético y la
política. En el primer caso, el novel director sigue en la huella de Kiarostami,
en su cadencia, en sus sinuosos recorridos ruteros, en el encuentro con personajes,
casuales o no, que van alimentando el relato. En referencia a la política, Panah
sigue en la senda de su padre Jafar, cineasta iraní, perseguido, confinado y
prohibido por el régimen teocrático de su país, que se las ha arreglado para
que sus películas transiten con libertad por el mundo. Algo parecido a lo que,
según se irá descubriendo después, deberá hacer Farid, que tendrá que cruzar
clandestinamente la frontera, separarse de su familia, y marchar al exilio para
escapar de la justicia del régimen.
La magnífica escena del padre y su pequeño
hijo tirados en la hierba una vez que Farid se ha ido sin despedirse, que va de
lo terrenal a lo cósmico, tiene su punto de contacto con una charla previa
donde se había mencionado la película “2001: odisea del espacio”.
En la conmovedora escena final, la familia
regresa por la ruta, parecen felices, o resignados, ríen por no llorar, van escuchando
y cantando viejas canciones pre revolucionarias. Esas canciones que,
seguramente, hace tiempo han dejado de sonar en los medios de comunicación de
su país.
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